Las técnicas narrativas son mecanismos literarios de fácil aplicación que han demostrado su eficacia. Tanto es así que, lo creas o no, estás acostumbrado a ellas. Las has disfrutado al leer. Y, más a menudo de lo que piensas, las empleas para escribir en tu día a día. Por ejemplo, al redactar un e-mail en tu oficina. La literatura es libre y desarrollar un estilo personal es básico para conseguir una voz propia, original y atractiva. Sin embargo, existen formatos que funcionan. Recursos que, a lo largo del tiempo, han favorecido la transmisión de historias y la comprensión de las mismas. Son elementos a disposición del escritor que, como tal, debes conocer y dominar. La clave está en interiorizarlos y, después, dejarlos que fluyan o no en función de cada situación.

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¿Qué son las técnicas narrativas y para qué sirven?

Estas técnicas narrativas son herramientas que puedes utilizar para contar tu historia con mayor fidelidad y atractivo. La mejor manera de aprenderlas es leer buenos textos y fijarte en cómo los han redactado los mejores escritores de cada época. Ten presente, sin embargo, que nunca deben limitarte. A la hora de desarrollar tus redacciones, has de permitir que los contenidos fluyan con naturalidad, de acuerdo a tu personalidad y tus circunstancias. Si tratas de escribir un texto como una sucesión de técnicas de narración, crearás un “Frankenstein”. La autenticidad y la fluidez son esenciales.

La mejor técnica narrativa es, sin duda, la que cumple su misión sin que se aprecie. Pasa desapercibida, en apariencia, pero ahí está, garantizando su cometido. En realidad, para escribir un buen texto solo debes aplicar las técnicas justas y eficientes, pero filtradas por tu propia esencia.

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¿Cuáles son las técnicas narrativas?

Sin ánimo de ser exhaustivos, sino solo didácticos, desarrollamos a continuación algunos de los recursos aplicables. Empieza a familiarizarte con ellos, entiende en qué consisten… y procura identificarlos en las grandes creaciones de la literatura. Después, sin darte cuenta, comenzarás a usarlos en tus textos.

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Collage

Consiste en completar el texto con elementos visuales o ilustraciones. Desde mapas a dibujos, fotografías o cartas. ¿Has leído El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry? Es un ejemplo perfecto.

Monólogo interior

En este caso, se presentan los pensamientos y reflexiones íntimas del personaje. A la hora de narrar esos contenidos, hay un esfuerzo por darles un orden de continuidad.

Flujo de conciencia

El planteamiento consiste en respetar la manera en que se agolpan las ideas en la mente del personaje. Por lo tanto, no se presentan las ideas de manera lógica, sino salpicadas de recuerdos, frases inacabadas, interrupciones subjetivas, etc.

Perspectiva múltiple

Consiste en explicar varias veces un mismo hecho desde percepciones y puntos de vista distintos. La verdad es única, pero cada uno la conocemos parcialmente y la interpretamos a nuestra manera. Si la plasmas de este modo en tu texto, proyectas una visión más completa y heterogénea sobre lo narrado.

Perspectiva absoluta

En esta técnica, te centras en el relato que hace un único personaje, en primera persona, a la manera de una autobiografía. Ese protagonista cuenta lo sucedido a su manera, incorporando matices subjetivos. Será, según cada caso, fiel o no a la realidad acontecida.

Trasloque

Consiste en incorporar constantes cambios y rupturas temporales en la historia. Esta se fragmenta en trozos que se van montando de forma estratégica para crear suspense, interés o atracción. Puedes empezar por el futuro, seguir con el pasado, pasar de nuevo al futuro y continuar con el presente. O lo que consideres mejor para tu propósito expresivo.

In media res

Esta expresión latina significa “hacia la mitad de las cosas”. Consiste, precisamente, en eso: comenzar la historia a la mitad. Normalmente, en plena acción. De este modo, se capta la atención del lector antes de explicar los momentos previos o el desenlace. Permite iniciar la novela en el cenit del interés y entusiasmar al potencial lector con la obra.

Flash back

La analepsis es una fugaz vuelta al pasado, una información retrospectiva introducida en plena narración. Su aplicación es repentina y rápida. Cuando la presencia del pasado se prolonga en el tiempo, se trata de un retrospectivo prolongado o racconto.

Flashforward

Sería la antítesis de la anterior y se conoce como prolepsis. Consiste en adelantar en el tiempo la narración principal. En consecuencia, anticipas hechos que no han sucedido todavía.

Iceberg

Ernest Hemingway fue uno de los principales impulsores de este planteamiento al escribir. Consiste en mostrar solo una pequeña parte de la historia y dejar oculto el resto. El lector deberá ser capaz de completar e imaginar el resto.

El dato escondido

Se apoya en la omisión permanente o momentánea de un dato importante de la historia. De este modo, esta adquiere una mayor fuerza narrativa o una cierta intriga. Cuando por fin se desvela, la interpretación inicial puede verse afectada.

Paralelos

Se cuentan, intercaladas, dos o más acciones o secuencias que pueden estar relacionadas o no. Al combinarlas, generas ciertos efectos adicionales en el lector. Por ejemplo, intriga o ansiedad.

Cajas chinas

Se trata de crear la narración como una sucesión de historias que se van conteniendo entre sí. Unas son primarias y otras secundarias, pero el lector no siempre es consciente de ello.

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Buenos consejos para escribir mejor

Queremos terminar este post con una serie de consejos prácticos que te ayudarán a potenciar tu estilo. Toma nota:

  1. Domina las técnicas narrativas antes de empezar a escribir.
  2. Olvídate de ellas al comenzar tu redacción.
  3. Lee y estudia buenos textos clásicos de los subgéneros literarios. Especialmente, la narración, la descripción, el cuadro, el retrato, la fábula y el paralelo.
  4. Pinta con palabras. Elige palabras que se vean y produzcan emociones en los lectores. Progenitora y mamá significan lo mismo… pero su efecto en ti es muy distinto.
  5. Deja reposar tu texto durante una larga temporada antes de revisarlo por última vez. Así pasarás de autor a lector y serás mucho mejor crítico.

Ahora que te has introducido en las técnicas narrativas, podrás escribir mejor y gustar más a los lectores. Al menos, en teoría. Pero lo importante es la práctica. Y, para conseguirla, debes ser perseverante, analizar a los mejores, pulir tu estilo y ejercitarte siempre. No dejes de escribir… ni de optimizar tus textos.